Función de las válvulas
Válvulas auriculoventriculares.
Las válvulas AV (las
válvulas tricúspide y mitral) impiden el flujo retrógrado de
sangre desde los ventrículos hacia las aurículas durante la
sístole, y las válvulas semilunares (las válvulas aórtica y de
la arteria pulmonar) impiden el flujo retrógrado desde las
arterias aorta y pulmonar hacia los ventrículos durante la
diástole. Estas válvulas, que se muestran en Imagen 9-7 para
el ventrículo izquierdo, se cierran y abren pasivamente. Es
decir, se cierran cuando un gradiente de presión retrógrada
empuja la sangre hacia atrás, y se abren cuando un gradiente
de presión anterógrada fuerza la sangre en dirección anterógrada.
Por motivos anatómicos, las válvulas AV, que están
formadas por una película delgada, casi no precisan ningún
flujo retrógrado para cerrarse, mientras que las válvulas
semilunares, que son mucho más fuertes, precisan un flujo
retrógrado bastante rápido durante algunos milisegundos.
Función de los músculos papilares. La imagen 9-7 también
muestra los músculos papilares que se unen a los velos de
las válvulas AV mediante las cuerdas tendinosas. Los músculos
papilares se contraen cuando se contraen las paredes ventriculares,
pero, al contrario de lo que se podría esperar, no
contribuyen al cierre de las válvulas. Por el contrario, tiran de
los velos de las válvulas hacia dentro, hacia los ventrículos,
para impedir que protruyan demasiado hacia las aurículas
durante la contracción ventricular. Si se produce la rotura de
una cuerda tendinosa o si se produce parálisis de uno de los
músculos papilares, la válvula protruye mucho hacia las aurículas
durante la contracción ventricular, a veces tanto que
se produce una fuga grave y da lugar a una insuficiencia cardíaca
grave o incluso mortal.
Válvula aórtica y de la arteria pulmonar. Las válvulas
semilunares aórtica y pulmonar funcionan de una manera
bastante distinta de las válvulas AV. Primero, las elevadas presiones
de las arterias al final de la sístole hacen que las válvulas
semilunares se cierren súbitamente, a diferencia del
cierre mucho más suave de las válvulas AV. Segundo, debido
a sus orificios más pequeños, la velocidad de la eyección de la
sangre a través de las válvulas aórtica y pulmonar es mucho
mayor que a través de las válvulas AV, que son mucho mayores.
Además, debido al cierre rápido y a la eyección rápida, los
bordes de las válvulas aórtica y pulmonar están sometidos a
una abrasión mecánica mucho mayor que las válvulas AV. Las
válvulas AV tienen el soporte de las cuerdas tendinosas, lo que
no ocurre en el caso de las válvulas semilunares. A partir de la
anatomía de las válvulas aórtica y pulmonar (que se muestra
para la válvula aórtica en la parte inferior de la figura 9-7) es
evidente que deben estar situadas sobre una base de un tejido
fibroso especialmente fuerte, pero muy flexible para soportar
las tensiones físicas adicionales.
Curva de presión aórtica.
Cuando el ventrículo izquierdo se contrae, la presión ventricular
aumenta rápidamente hasta que se abre la válvula
aórtica. Posteriormente, después de que se haya abierto la
válvula, la presión del ventrículo aumenta mucho menos rápidamente,
como se muestra en la imagen 9-6, porque la sangre
sale inmediatamente del ventrículo hacia la aorta y después
hacia las arterias de distribución sistémica.
La entrada de sangre en las arterias hace que las paredes
de las mismas se distiendan y que la presión aumente hasta
aproximadamente 120 mmHg.
Después, al final de la sístole, después de que el ventrículo
izquierdo haya dejado de impulsar sangre y se haya cerrado
la válvula aórtica, las paredes elásticas de las arterias mantienen
una presión elevada en las arterias, incluso durante
la diástole.
Se produce la denominada incisura en la curva de presión
aórtica cuando se cierra la válvula aórtica; está producida por
un corto período de flujo retrógrado de sangre inmediatamente
antes del cierre de la válvula, seguido por la interrupción
súbita del flujo retrógrado.
Después de que se haya cerrado la válvula aórtica, la presión
en el interior de la aorta disminuye lentamente durante
toda la sístole porque la sangre que está almacenada en las
arterias elásticas distendidas fluye continuamente a través de
los vasos periféricos de nuevo hacia las venas.
Antes de que se
contraiga de nuevo el ventrículo, la presión aórtica habitualmente
ha disminuido hasta aproximadamente 80 mmHg
(presión diastólica), que es dos tercios de la presión máxima
de 120 mmHg (presión sistólica) que se produce en la aorta
durante la contracción ventricular.
Las curvas de presión del ventrículo derecho y de la arteria
pulmonar son similares a las de la aorta, excepto que las
presiones tienen una magnitud de sólo aproximadamente
1/6.
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