Diferenciación celular
Una característica especial del crecimiento y división celular
es la diferenciación celular, que se refiere a los cambios de las
propiedades físicas y funcionales de las células a medida que
proliferan en el embrión para formar las distintas estructuras
y órganos corporales. La siguiente descripción de un experimento especialmente interesante nos permite explicar
estos procesos.
Cuando el núcleo de una célula de la mucosa intestinal
de una rana se implanta quirúrgicamente en el óvulo de una
rana en el que se había extraído el núcleo original se consigue
crear una rana normal, lo que demuestra que incluso una
célula de la mucosa intestinal, que es una célula bien diferenciada,
contiene toda la información genética necesaria para
el desarrollo de todas las estructuras necesarias para el organismo
de este animal.
Por tanto, ha quedado claro que la diferenciación es consecuencia
no de la pérdida de genes, sino de la represión
selectiva de los distintos promotores génicos. De hecho, las
fotografías obtenidas con el microscopio electrónico indican
que algunos segmentos de las hélices de ADN que se enrollan
sobre los núcleos de histonas se condensan de tal forma
que ya no se desenrolla para formar moléculas de ARN.
Una posible explicación sería que, según se ha supuesto, el
genoma celular comienza a producir en una cierta etapa de la
diferenciación celular una proteína reguladora que reprimirá
para siempre a un grupo selecto de genes, es decir, los genes
reprimidos no volverán a funcionar. Sea cual sea el mecanismo,
las células humanas maduras producen un máximo
de 8.000 a 10.000 proteínas y no las 30.000 o más que sería
posible si todos los genes estuvieran activos.
Los estudios embriológicos demuestran que algunas células
del embrión controlan la diferenciación de las células adyacentes.
Por ejemplo, el mesodermo de la notocorda primordial
se conoce como el organizador primario del embrión porque
forma un foco alrededor del cual se desarrolla el resto del
embrión. Se diferencia en un eje mesodérmico que contiene
somitas de distribución segmentaria y, como consecuencia de
la inducción de los tejidos circundantes, da paso a la formación
de esencialmente todos los órganos del organismo.
Otro ejemplo de inducción lo tenemos en el desarrollo de
las vesículas oftálmicas que entran en contacto con el ectodermo
de la cabeza y hacen que este se engrose para formar
las placas del cristalino, que se pliegan hacia el interior
para formar el cristalino del ojo. Por tanto, una gran parte del
embrión se desarrolla como resultado de este tipo de inducciones,
afectando una parte del organismo a otra y esta otra
afectando a otras partes más.
Es decir, aunque nuestros conocimientos sobre la diferenciación
celular aún son oscuros, conocemos muchos
mecanismos de control por los que se podría producir la
diferenciación.
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